Episodios: Bienvenida a Eldarya

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― UNO: BIENVENIDA A ELDARYA

Un paseo por el bosque, un círculo de setas... y una luz cegadora. Entrar en un mundo nuevo a veces puede reservar buenas sorpresas... pero también malas.

Siempre me ha gustado pasear por este bosque. En aquel entonces, lo consideraba como el lugar más relajante del mundo; aquel donde iba cuando necesitaba un poco de soledad. Y para ser realmente sincera, es lo que más necesitaba en este momento. Pronto terminaría mis estudios, lo que significaba que debería incorporarme al mundo laboral: nuevos códigos, nuevas reglas... y muchas responsabilidades.

Como de costumbre, estaba observando lo que me rodeaba para no pensar en lo que me esperaba. En ese momento me he percatado de unas setas cuya especie no había visto nunca hasta ahora. Sintiendo curiosidad, me he aproximado para mirarlas más de cerca.

Habían crecido de tal manera que formaban un círculo perfecto. Y la hierba del centro daba la impresión de ser más fresca que aquella sobre la que había caminado hasta ahora. En el momento en el que he puesto un pie en el círculo han aparecido unas luciérnagas y se han puesto a revolotear a mi alrededor.

GARDIENNE: ¡Oye! ¿¡Pero qué es esto!?

He parpadeado varias veces para acostumbrarme a esta luz cegadora. Poco a poco he vuelto a distinguir las formas y colores que me rodeaban. Sin embargo... El bosque había dejado paso a algo completamente diferente, a años luz de todo lo que yo podría haber conocido a lo largo de toda mi vida.

GARDIENNE: ¡Maldita sea! ¿Dónde estoy?

Me he tomado algo de tiempo para observar la inmensa estancia y poder encontrar una explicación. Después, me quedé mirando un cristal que reinaba en el centro de ésta.

GARDIENNE: Es maravilloso...

Como si estuviera hipnotizada por su tenue luz, me acerqué hacia él, dispuesta a tocarlo (ILUSTRACIÓN).

MIIKO: ¡Oye! ¿Quién eres tú y cómo has llegado hasta aquí? (Me he girado, sorprendida.) ¡Te he hecho una pregunta! ¿Formas parte de los templarios? ¿O de los masones, tal vez?

GARDIENNE: ¡E-Espere, no entiendo nada de lo que está diciendo!

MIIKO: ¡Responde!

GARDIENNE: (¿Eso es fuego? ¿Pero cómo lo ha hecho?) Yo...Yo estaba en el bosque dando un paseo, y vi una luz... (De repente, se oyó un ruido muy fuerte).

MIIKO: ¿¡Qué pasa ahora!?

GARDIENNE: ¿Cómo voy a saberlo? ¡Acabo de llegar!

MIIKO: Jamón, ya sabes lo que tienes que hacer, conoces el procedimiento. Nos ocuparemos de esto después. Voy a ver lo que ocurre.

GARDIENNE: ¿Procedimiento? ¿¡Qué procedimiento!?

Esa especie de mujer zorro se alejó de forma apresurada, sin decir una sola palabra más. Un muro o más bien... un torso. He alzado la cabeza para ver cómo era ese coloso. ¡Me sacaba al menos dos cabezas! Finalmente, me preguntaba cómo me las había ingeniado para no darme cuenta inmediatamente de la presencia de ese monstruo en la sala.

JAMÓN: Grrr… (Ese debe ser el «Jamón» al que la otra mujer se refería).

Tenía —y de hecho, aún tiene— la cara de un cerdo... o de un jabalí. En todo caso, tenía más músculos que un púgil de lucha libre... Me ha agarrado de la mano sin previo aviso y me ha sacado de la sala.

GARDIENNE: ¡Oiga! ¡Con cuidado! ¡Me está haciendo daño!

JAMÓN: Grumpf.

GARDIENNE: ¡¡¡Suélteme!!!

Luché hasta sentir un dolor punzante en el antebrazo... En ese momento decidí rendirme al ver mi falta de éxito. Atravesamos diferentes salas que nunca había visto, antes de llegar a un lugar más oscuro y sin ventanas. Se trataba de una escalera gigantesca que parecía no tener fin.

GARDIENNE: ¿¡Dónde me lleva!?

JAMÓN: Grrr…

GARDIENNE: ¡Deme una respuesta!

Pero mi pregunta no fue respondida... Bajamos numerosos escalones. Tenía las piernas hechas papilla. Alcé la cabeza para observar el lugar donde me encontraba. A continuación, la bestia me lanzó dentro de una de las jaulas.

JAMÓN: No mover...

GARDIENNE: ¿Qué? Espere, ¿no irá a dejarme aquí?

JAMÓN: Miiko decir «no mover»...

GARDIENNE: ¡Pero no voy a quedarme aquí! ¡Esto no tiene gracia! ¡Vuelva! P-Por favor...

El poco optimismo que tenía estaba empezando a desaparecer. Era evidente que aunque no sabía dónde me encontraba, no estaba en casa. Estaba prisionera, encerrada en el lugar más lúgubre que jamás había visto. Justo cuando pensaba que no podía ser peor, una sombra salió del estanque que había enfrente de mí.

Un escalofrío me ha recorrido la espalda... ¡Algo o alguien me estaba mirando! Muy despacio, he retrocedido hasta tocar los barrotes del fondo de mi celda... ¿Me iba a convertir en el aperitivo de ese monstruo?

Afortunadamente para mí, la bestia no estaba de buen humor para visitarme, y prefirió volver a sumergirse. Aún me temblaba todo el cuerpo, cuando me deslicé sobre el frío hierro de la jaula.

Esperaba encontrarme en una pesadilla de la que me despertaría. Pero un dolor en el brazo me devolvió a la cruda realidad. Todo estaba ocurriendo de verdad. En pocos minutos, mi cabeza se llenó de pensamientos aterradores. Me entró el pánico al imaginarme en las peores situaciones posibles.

GARDIENNE: (Dios mío... ¿qué va a ser de mí?).



MAANA GASTADO: no gastas maana.